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jueves, 2 de junio de 2011

MARIO JOSÉ ROMAÑACH - PARAGUAY, UN PAÍS EN CRISIS: REFLEXIONES SOBRE IMPORTANTES ASPECTOS DE LA VIDA NACIONAL / Prólogo: FERNANDO LUGO LÉNDEZ, Editorial Servilibro, 2006


PARAGUAY, UN PAÍS EN CRISIS
REFLEXIONES SOBRE IMPORTANTES ASPECTOS DE LA VIDA NACIONAL
Editorial Servilibro,
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
Prólogo: FERNANDO LUGO LÉNDEZ
Diseño de tapa: Arq. MIGUEL ROMAÑACH
Asunción-Paraguay 2006

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"La crisis que vive el Paraguay deriva de la pobre gestión de los gobiernos liderados
por personas que utilizan el poder para beneficio propio,
priorizando los intereses de grupos económicos y de círculos políticos que los apoyan,
relegando la solución de los más importantes temas nacionales
que causan atraso, pobreza e inseguridad" 
MARIO JOSÉ ROMAÑACH

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PRÓLOGO: La obra que nos presenta el ingeniero Mario Romañach tiene varias cualidades, necesarias de resaltar.
Es pedagógica, pues al inicio de cada asunto abordado, define la cuestión desarrollada de manera clara y brillante. Es precisa, pues además de estimar las competencias tal cual son, mide con exactitud y sin ambigüedades las realidades que se soportan.
Es amena, pues está escrita en un lenguaje simple y directo, elegante y sin apelar a rebusques idiomáticos de ningún tipo. Es reflexiva, pues contiene opiniones concienzudas sobre todos los aspectos abordados.
Es completa, pues abarca todas las esferas de la realidad: económica, política, social y cultural.
Romañach nos conduce con serenidad por caminos complicados, como ser los poderes del Estado, que luego de definirlos en sus alcances reales, disecciona con coraje y sin evadir aspecto alguno que pueda resultar "comprometedor”.
Habla sin tapujos de las extralimitaciones del Poder Administrador, de los vicios de la corrupción y de ineficiencia del Poder Legislativo y de la profunda inseguridad que ha instalado el mal funcionamiento del Poder Judicial.
En esquemas prácticos y fidedignos muestra las fortalezas de todos los partidos políticos, el oficialista y los de la oposición, pero no ahorra palabras claras y serenas para señalar con coraje ciudadano las debilidades que las instituciones políticas del país arrastran como una maldición. En el capítulo que destina a las empresas del Estado, Romañach aporta elementos esenciales sobre el conjunto del sector público empresarial, segmentando empresa por empresa el abordaje, señalando los caminos y oportunidades que se abren en cada caso concreto.
El autor evidencia una gran sensibilidad social y un gran espíritu patriótico al referirse al sensible problema del campo, donde la postergación del viejo reclamo de Reforma Agraria convirtió en una cuestión crítica la problemática rural.
Sin eufemismos señala al contrabando como un mal centenario con profundas raíces socioeconómicas, cuya superación podría aportar elementos esenciales para el impostergable desarrollo del Paraguay.
Sobre el tema específico de los combustibles, Mario Romañach entrega informaciones claves, lo que es comprensible pues durante largos años estuvo vinculado a la empresa petrolera estatal, Petróleos Paraguayos, Petropar.
Y sobre esa misma cuestión hace una reflexión sobre un asunto reciente. El acuerdo energético con Venezuela, destacando los méritos del mismo y las oportunidades que abre para el país.
No quisiera terminar esta rápida síntesis sin destacar que el autor aborda temas esenciales para la cultura paraguaya, como el fútbol y el festejo anual de la Virgen de Caacupé, cada 8 de diciembre.
De todos modos, lo más relevante del trabajo es la conclusión, que es clara e inequívoca: Romañach señala que existe la necesidad de construir un nuevo país, con nuevas reglas y sobre nuevas bases, por lo que el cambio está colocado con fuerza.
El trabajo es altamente satisfactorio y meritorio: didáctico, ameno, reflexivo y completo. Su lectura es más que recomendable; obligatoria, desde mi punto de vista, sobre todo para quienes tienen el interés de conocer a fondo la realidad paraguaya y aportar para la construcción de una nueva sociedad.
** No cabe dudas sobre que el libro de Romañach está destinado a engrosar la bibliografía de ineludible consulta para estudiosos y ciudadanos de bien. A mí no me resta más que felicitar al autor e invitar a los lectores a penetrar al fantástico mundo paraguayo que hoy nos ofrece Romañach.
FERNANDO LUGO MÉNDEZ.
Obispo Emérito de San Pedro Asunción, noviembre 2006.

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ÍNDICE
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1: Introducción / Pasado y Presente / Vida Nacional
CAPÍTULO 2: Los Partidos Políticos / El glorioso Partido Colorado / La Oposición / Las Elecciones
CAPÍTULO 3: Los Poderes del Estado
CAPÍTULO 4: Las Empresas del Estado / La Administración Pública
CAPÍTULO 5: Las Fuerzas Armadas / La Policía Nacional / La Religión y la sociedad paraguaya CAPÍTULO 6: La Reforma Agraria / La Educación en el Paraguay / La Salud Pública / La Seguridad
CAPÍTULO 7: El Contrabando / La Gran Estafa / Los Barones del Paraguay
CAPÍTULO 8: Los combustibles derivados de petróleo
CAPÍTULO 9: La Ciudad de Asunción
CAPÍTULO 10: El Paraguay que progresa / Una plausible iniciativa / Importante Acuerdo Comercial
CAPÍTULO11: La pasión por el fútbol / La fiesta de la Virgen de Caacupé
CAPÍTULO 12: Políticas de Estado
CAPÍTULO 13: Reforma del Estado
CAPÍTULO 14 Construir un nuevo país / La necesidad de cambiar / Un Nuevo Paraguay.


CAPÍTULO 5
LAS FUERZAS ARMADAS
Desde el gobierno de Francisco Solano López, las Fuerzas Armadas, han tenido un protagonismo muy grande en el país y muchos de sus miembros llegaron a ocupar la Presidencia de la República, hecho que, de alguna manera, hiciera que el pueblo las identificara como un poder dentro de la administración del Estado. Este pensamiento popular cobró fuerza y tradición con la valiente participación de nuestros ejércitos en las dos grandes guerras y la destacada actuación de muchos militares en memorables batallas en una correcta demostración de profesionalismo y espíritu patriótico. Tanto en la guerra grande como en la contienda chaqueña han emergido brillantes figuras que han dado prestigio al país y han generado un legítimo orgullo nacional.
El mariscal José Félix Estigarribia fue proclamado Presidente de la Nación, como merecido reconocimiento del pueblo paraguayo al Comandante del victorioso Ejército Nacional. Los posteriores Presidentes militares han surgido como resultado de golpes de Estado y de interrupciones de gobiernos constitucionales que, al no tener el respaldo de una libre decisión de la voluntad popular, tuvieron que imponer su poder con autoritarismo haciendo que el ejército, a través de organización verticalista, se convierta en el más sólido soporte de los gobiernos dictatoriales. Todo esto le ha conferido a las Fuerzas Armadas un importante rol de poder público al margen de sus funciones normales establecidas en la Constitución Nacional.
Esta situación ha sido inteligentemente manejada por los EEUU para imponer su política de combate al comunismo, con el apoyo incondicional de los gobiernos militares del continente, favoreciendo a la instalación de dictaduras en los países débiles y con escasa tradición democrática como fue el caso de nuestro país. Las FFAA del Paraguay fueron responsables de apoyar incondicionalmente la última dictadura cuyos desastrosos resultados en la vida nacional han dejado fuertes marcas de autoritarismo y avasallamiento de la justicia.
Los principales jefes militares fueron premiados por Stroessner, por su lealtad al régimen, con privilegios y tratos preferenciales para realizar actividades públicas y privadas más allá del campo de acción que les asignaba la Constitución y les permitían las leyes.
Así hemos conocido generales comerciantes, coroneles administradores de entes públicos, oficiales dedicados principalmente al contrabando, al tráfico de influencias y a negocios ilícitos de todo tipo, acumulando poder y enormes fortunas, en muchos casos a costa del dinero público.
Es interminable la lista de irregularidades y actos ilícitos protagonizados por miembros de las FFAA que han dejado una pesada carga de corrupción en la sociedad paraguaya cuyas secuelas aun sufrimos en nuestros días.
Mientras tanto, la formación de un ejército altamente profesional, responsable de garantizar la paz y defender la soberanía nacional, capacitado adecuadamente para sus roles castrenses y preparado para una correcta inserción en la sociedad, pasaba a un papel secundario. Durante la dictadura nadie osaba denunciar y criticar a los principales jefes castrenses por su injerencia en la política, en la justicia y en la administración pública, situaciones que se daban con frecuencia a pesar de las prohibiciones establecidas constitucionalmente.
También era común ver a jóvenes que en lugar de recibir formación militar en los cuarteles servían a los tenientes, coroneles y generales como empleados domésticos o eran utilizados como obreros en la construcción de las viviendas de sus jefes. Nadie osaba oponerse a esas contravenciones so pena de sufrir un tremendo castigo y de ser perseguido como enemigo del gobierno.
El prestigio alcanzado por algunos miembros de las Fuerzas Armadas por sus brillantes actuaciones en el campo militar ha llenado de orgullo a la Nación simbolizando a la vez ejemplo de valentía y patriotismo.
Sin embargo este alto concepto ganado ante la ciudadanía fue desdibujándose por la comprometida y equivocada actuación de muchos jefes militares en época de la última dictadura durante la cual desempeñaron el triste papel de cómplices incondicionales y obsecuentes compañeros de ruta del más detestado dictador que tuvo el Paraguay.

LA POLICÍA NACIONAL
La Policía Nacional tiene una larga historia de episodios ingratos y de actuaciones irregulares que la han desacreditado ante la opinión pública de nuestro país convirtiéndola en una institución temida y rechazada por la ciudadanía. Principalmente durante la última dictadura su trayectoria fue marcada por la vergonzosa acción represiva desplegada contra todos aquellos que levantaban su voz de crítica y protesta contra la tiranía.
Cualquier manifestación a favor de la libertad y en defensa, de aquellos cuyos derechos humanos fueron violados, era reprimida con saña y brutalidad, a modo de escarmiento para desalentar todo tipo de oposición o disidencia que pudiera afectar la estabilidad del gobierno. Con el descubrimiento del archivo del terror, después de la caída de Stroessner, se pudo conocer la magnitud y la tenebrosa acción de la Policía en materia de represión, persecución y torturas.
El pueblo paraguayo, en lugar de contar con una institución que velara por la seguridad y el orden público y que le garantizara un clima de paz y tranquilidad fue permanentemente amedrentado por la Policía Nacional por la vía del terror.
Hasta hoy día permanece en el recuerdo la época de la más repugnante inquisición en materia política que vivió el país en los últimos tiempos. La gran protagonista fue la Policía Nacional que aún mantiene algunas prácticas infames del pasado a pesar de la apertura democrática y de un presente de mayor libertad.
A menudo se descubren casos en que miembros de las fuerzas policiales permiten, alientan y participan de atropellos, persecuciones, secuestros, asaltos, robos, torturas y complicidad en actos delictivos.
En muchas Comisarías del país todavía se someten a torturas a ciertas personas para arrancarles declaraciones condenatorias durante su reclusión temporaria por delitos cometidos, para de esa forma, justificar eficiencia de la actuación policial antes de ser sometidos a la justicia.
Estas aberrantes prácticas normalmente se aplican a individuos de delitos menores y que no tienen recursos para contar con una defensa. Situaciones de este tipo son denunciadas con cierta frecuencia por los organismos que velan por los derechos humanos.
En los robos de vehículos casi siempre están involucrados ciertos personajes de la Policía y está probado que en muchos casos ha habido directa participación de ciertos policías en esos ilícitos protagonizando personalmente los robos y en muchos casos han colaborado con los mal vivientes en esos operativos o han dado protección a los delincuentes de quienes son socios y encubridores.
También se conocen otras actividades ilícitas, como la expedición irregular de documentos de identidad, pasaportes y certificados de nacimiento falsos que, de cierta manera, alientan y facilitan el accionar de marginales, ladrones y criminales de toda laya.
El constante relevo de las autoridades policiales, debido a innúmeros casos de sospechas y denuncias de serias irregularidades ocurridas en el ámbito de sus responsabilidades, da la tónica de cuan corrompida esta la Policía Nacional y de la escasa confianza que la misma despierta en nuestra sociedad.
Las Unidades Policiales ubicadas en las distintas regiones del país son permanentemente cuestionadas por la ciudadanía por la baja eficacia de su trabajo y las frecuentes irregularidades de su actuación en los trabajos que realizan. Estas situaciones reflejan un inquietante estado de cosas que comprometen a la Policía por ineptitud, corrupción y bajo nivel profesional.
En la selección de candidatos para admisión de personal en la Policía Nacional no siempre se aplica un correcto criterio de calificación y, es por ello que hasta hoy día, no contamos con un buen nivel profesional en este importante organismo de seguridad. Las limitaciones de recursos técnicos y una escasa remuneración por el servicio contribuyen a que muchos policías se tornen muy vulnerables ante la tentación proveniente de los principales círculos de corrupción.
La manera más común de corregir las irregularidades detectadas en la actuación de ciertos miembros de la Policía es cambiar simplemente a los titulares de las jefaturas, sin proceder a una exhausta investigación de los hechos, sin definir responsabilidades y estudiar la conveniencia de reestructuración de los cuadros policiales y cambiar los métodos de trabajo de acuerdo a las nuevas tendencias y prácticas modernas de combatir los actos delictivos y de mejorar los procedimientos de control, de contención y de disuasión de manifestaciones que alteran el orden público para mantener la tranquilidad de la población y garantizar la seguridad de la ciudadanía.
No debemos crear organismos que, en nombre de la seguridad y del orden público, compliquen la vida diaria del pueblo y que irriten a la sociedad con medidas y actitudes amedrentadoras y represivas y un comportamiento poco amigable con el individuo común. La Policía debe contar con profesionales especializados, entrenados convenientemente en el manejo de situaciones comprometedoras, mantener una firme disciplina y un irrestricto respeto a las leyes y a los derechos de los ciudadanos.
Su actuación debe caracterizarse por una invariable vocación en la preservación del orden y la seguridad pública y, de esta manera, granjearse el respeto de la población al sentirse protegida.
Las irregularidades que persisten en todos los órdenes de la vida nacional y que en muchos aspectos van echando raíces más profundas, creando situaciones cada vez más complicadas, exigen instituciones fuertes, confiables, disciplinadas, conformadas por personas especializadas y con alto sentido de patriotismo y de respeto por los derechos humanos y no con organismos represivos de arcaicas estructuras anclados en el pasado.
Si persistimos en solucionar los problemas actuales que enfrenta nuestra sociedad con medidas paliativas y de corte político estaremos condenados a sufrir en manos de una Policía Nacional inepta, deficiente y corrompida como la actual.

LA RELIGIÓN Y LA SOCIEDAD PARAGUAYA
En toda sociedad las religiones de cualquier credo juegan un rol muy importante en la vida del ser humano; desde el comienzo de la humanidad el hombre tiene la creencia de que su existencia es regida por un ser superior de cuyo poder infinito proviene toda la creación, la naturaleza, el mundo conocido y el misterio de lo desconocido. De él emana toda vida, los principios y las normas de conducta que establecen el modelo de vida, con valores éticos y morales, de un mundo donde los hombres, seres creados a su imagen y semejanza y dotados de libertad puedan convivir en armonía, equilibrio, igualdad y justicia. Así el Supremo Creador y ordenador del universo participa de la vida del hombre por medio de la religión en todas sus acciones.
La Religión Católica llegó a nuestro país con los primeros conquistadores españoles que desembarcaron en el nuevo continente e iniciaron una intensa campaña de evangelización con los nativos quienes abandonaron sus creencias para abrazar el cristianismo.
La Iglesia Católica se instala en el Paraguay como herencia de la colonización y con el correr del tiempo se transforma en la institución más antigua y con mayor número de adeptos lo cual le confiere un enorme poder en nuestra sociedad. Fue echando fuertes raíces y sus autoridades se fueron convirtiendo en referentes espirituales y custodios del comportamiento ético y moral del pueblo.
La evangelización en el Paraguay fue llevada a cabo por numerosos grupos de misioneros de distintas congregaciones que le han dado a la Iglesia Católica un papel importante de autoridad espiritual. Cabe señalar también que la Iglesia contribuyó decididamente por la instauración de la cultura occidental en el nuevo mundo y en la aceptación de sus valores en los pueblos nativos del continente americano.
Las iglesias cristianas mantienen una gran ascendencia sobre la población paraguaya, principalmente la Católica, y muchas fiestas de la Iglesia son días feriados en el país.
Sin embargo, la religión y la fe cristiana en el seno de la gran masa de la población se manifiestan muchas veces solamente en la conmemoración de las fiestas religiosas y en las prácticas de ciertos ritos que poco aportan a una sólida formación espiritual. Para ciertos cristianos los Mandamientos de Dios, las oraciones y las prédicas de los pastores de la Iglesia no hacen parte de sus principios y de sus normas de conducta.
Ante la situación de escasa afirmación de valores espirituales no fue muy difícil que otras iglesias cristianas, no católicas, y ciertos credos provenientes de culturas distintas a la occidental vayan poco a poco ganando terreno en los últimos años. Han proliferado las sectas y los predicadores que aseguran la salvación de las almas con sólo pedir a Dios el perdón por los pecados y la promesa de no volver a ofenderlo.
La gran mayoría del pueblo paraguayo tiene formación cristiana y su educación se rige siempre por los principios éticos y morales que enseña la Iglesia Católica que es la institución que ha introducido el cristianismo en esta parte del continente americano. Nos llama la atención, y es motivo de real preocupación, el hecho de que en la actualidad la sociedad paraguaya presente inquietantes signos de deterioro moral y pérdida de valores y principios manifestados en hechos deplorables y prácticas deshonestas muy corrientes en la vida nacional, los cuales desplazan paulatinamente los valores de la educación religiosa y la espiritualidad de la población.
A pesar de esas falencias habrá que reconocer que las religiones han actuado como escudo protector en los difíciles momentos de la dictadura de todos aquellos perseguidos políticos. Muchos miembros de la Iglesia se han convertido en baluartes contra la tiranía y en ejemplos de lucha contra las desigualdades y las injusticias. La posición de defensa de la Iglesia Católica principalmente, y también de otras corrientes cristianas en favor de los derechos humanos, es un mérito indiscutible de las religiones.
La tarea de catequizar el nuevo mundo, que fue iniciada por misiones católicas, contó más tarde con el trabajo de misioneros de otras iglesias cristianas. Más recientemente, han surgido algunas sectas menos conocidas con una insistente campaña por medios televisivos de hacer conocer la Biblia y la palabra de Dios como medio de salvación.
Existen también ciertos cultos provenientes del África y prácticas de religiones orientales que entraron en nuestro medio con gran aceptación, de ahí que el hombre hoy día tiene varios caminos y opciones para expresar su religiosidad, componer su mundo espiritual y forjar su estilo de vida.
No obstante esa diversidad de cultos, que pregonan el bien y la salvación del género humano, estamos atravesando una de las crisis más serias de nuestro país en el campo moral y espiritual.
También es resaltante que el pueblo le da a muchos acontecimientos religiosos connotaciones de fiestas populares en las que, lastimosamente, el comportamiento de muchos desvirtúa el sentido cristiano de amor y fidelidad a Dios. No se tiene una clara y sólida afirmación de principios, valores y preceptos religiosos y dada la malévola -relativización- de los principios y el trastrocamiento de valores nuestra sociedad está carente de los verdaderos valores éticos y morales, lo cual permite la marginalidad y la vigencia de un mundo materialista de fuerte impacto en la población.
Las iglesias deberán replantear sus estrategias para conquistar al hombre actual con acciones, palabras y hechos que hagan germinar en sus corazones y en sus mentes el más puro amor por la humanidad.
El Paraguay tiene una larga tradición religiosa y la sociedad paraguaya ha vivido permanentemente en la fe cristiana, sin embargo sufre hoy día una preocupante descomposición del tejido social de su población debido a una creciente separación entre fe y vida, entre lo natural y sobrenatural, entre naturaleza y gracia, en la actual vida del hombre atrapado por el consumismo, el colectivismo, el humanismo separatista e idealista que han ido destruyendo la red de vínculos entre el hombre, la creación y Dios Creador.
Esta situación requiere que hagamos un profundo análisis de los valores y principios que prevalecen en la conducta del pueblo para encauzarlo nuevamente en el camino del bien y así merecer una vida mejor y más digna al amparo de Dios y de su infinita bondad.
Muchas veces se recurre a la religión para consuelo en la desgracia y el padecimiento y para soportar con resignación las desventuras de la vida cotidiana, esto no basta para fortalecer la fe y acatar la palabra de Dios y sus enseñanzas como ejemplo de vida cristiana. Pero es en la desgracia y en medio de los padecimientos cuando el hombre masificado y desvinculado de Dios vuelve nuevamente su mirada hacia Él para, con su gracia, encontrar las fuerzas necesarias para soportar y sobrellevar con resignación sus desventuras. Sólo el cambio profundo de actitud en el hombre, acatando la Palabra de Dios en todo momento y asimilando sus enseñanzas, con el ejemplo de vida cristiana, lo ayudarán a ir fortaleciendo su fe.
Hagamos que los nobles principios de las religiones y sus enseñanzas, constituyan las bases de una sólida norma de conducta, para darle al hombre y a la sociedad paraguaya verdaderos valores de fortaleza espiritual, ética y moral y así construir, a pesar de las vicisitudes y adversidades, un mundo mejor.

CAPÍTULO 6
LA REFORMA AGRARIA
El Paraguay es un país agrícola y ganadero y sus mayores recursos económicos provienen del agro, donde en los últimos aòos la soja ocupa de lejos el primer lugar en volúmenes de producción y de exportación y también como generador de divisas. El cultivo de la soja junto con la producción ganadera son las dos actividades económicas que ocupan las mayores extensiones de tierra en nuestro país.
La primera ha provocado grandes deforestaciones para convertir enormes bosques naturales y milenarios en campos de cultivo mecanizado como exige hoy día la gran producción sojera.
La cría de ganado vacuno en el país, de acuerdo con las prácticas empleadas, también requiere de importantes extensiones de tierra para alcanzar volúmenes de producción que puedan convertir a la carne en un rubro exportable en cantidad significativa y conquistar mercados internacionales. Se mencionan estos dos casos para significar el alto valor de la tierra en la producción primaria de bienes y si a ello hay que agregar la necesidad de diversificar e intensificar la explotación agrícola y pecuaria vemos que la distribución de la tierra debe ser objeto de un plan serio, criterioso y racional establecido en base a estudios científicos para obtener el mejor resultado y el más alto rendimiento productivo.
En la época colonial y en los primeros tiempos posteriores ala independencia no existía una reglamentación específica para la posesión y el uso de la tierra y la propiedad privada de ese bien era privilegio de unos pocos. Después de la guerra de la triple alianza se formaron grandes latifundios; la mayoría de ellos pertenecía a empresas extranjeras y la población rural carecía de tierra para poder desarrollar actividades agrarias en escala que pudieran significar emprendimientos rentables en el campo de la producción agrícola y ganadera.
Era necesario crear un organismo que marcara pautas sobre la tenencia de tierras y un plan de distribución racional y justo, que permita el mejor aprovechamiento y una productiva explotación de las áreas rurales por sus legítimos habitantes y que los apoye con asesoramiento técnico y asistencia crediticia para potenciar el rendimiento del agro.
Sería ésa la razón fundamental de implementar una Reforma Agraria en el país. Hacer que el campo sea generador de riquezas, creador de genuinas fuentes de trabajo para la población rural y se constituya en uno de los pilares del desarrollo económico. Con mucho acierto y esperanzas se dio comienzo a la Reforma Agraria en el Paraguay, creándose mecanismos, instituciones y organismos técnicos y administrativos encargados de hacer realidad tan importante iniciativa.
Pasaron los aòos y la Reforma Agraria no produjo los resultados esperados o éstos fueron de muy escasa relevancia. En la era colorada, las instituciones relacionadas directamente con la Reforma Agraria se convirtieron en feudos del poder político, que han manejado de manera arbitraria, discrecional y discriminada el derecho de propiedad de grandes extensiones de tierra que permanecen improductivas o mal explotadas.
El crecimiento de la población rural demandaba más extensiones de terrenos en manos de los verdaderos agricultores quienes, muchas veces, nada conseguían a pesar del permanente reclamo de sus demandas para impulsar la producción agrícola como única fuente de trabajo e ingresos. La nefasta política agraria durante la dictadura regaló tierras a militares colaboradores del régimen, a políticos y amigos
de las autoridades de entonces. También se aprovecharon del despilfarro, funcionarios y parientes de quienes manejaban la administración de tan importante institución como lo es el Instituto de la Reforma Agraria. Así surgieron grandes terratenientes que le han dado otro destino a los campos sobre los cuales tenían una dudosa e injusta propiedad.
Se talaron indiscriminadamente los bosques, no se preservaron los principales recursos naturales, no se explotaron adecuadamente las tierras conforme a su mejor potencial y de ese modo, se fueron desvirtuando los verdaderos objetivos de la Reforma Agraria tan necesaria en un país eminentemente agrícola. Como resultado de todos estos desaciertos, enfrentamos hoy día, un serio problema social, campesinos sin tierra, marginados y excluidos de todo proceso de desarrollo, que viven en la miseria, sin educación, sin atención de la salud con un número cada vez mayor de hombres y mujeres sin trabajo y una gran población de niòos y jóvenes sin futuro.
Esta cruel situación expulsa a muchos campesinos de sus hogares, en busca de mejores condiciones de vida, emigran a las ciudades donde apenas sobreviven en míseras condiciones, aumentando constantemente los cinturones de pobreza que rodean los principales centros urbanos. Muchas veces, estos indefensos ciudadanos son explotados por oportunistas e inescrupulosos; otros optan por un estilo de vida al margen de la ley constituyéndose así en elementos rechazados y perseguidos por la sociedad, destino de muchos, que escapando del infierno verde, pasan a vivir el infierno de la marginalidad.

LA EDUCACIÓN EN EL PARAGUAY
La educación es un factor importante en el desarrollo y progreso de una comunidad; facilita la relación entre las personas y su integración al medio social; permite un mejor nivel de intercambio entre los integrantes de una sociedad quienes aprenden, adquieren conocimientos, desarrollan habilidades y se enriquecen culturalmente.
Un país debe priorizar la educación de su población como condición indispensable para desarrollarse y avanzar en todos los campos de la actividad humana.
La educación integral de una persona se desenvuelve en tres ámbitos principales; el hogar, la escuela y el medio social. En el hogar el individuo inicia su proceso de educación con la transmisión de valores, principios y nociones básicas de convivencia que le son transmitidos por sus padres y el entorno familiar. En esta etapa la persona va forjando su personalidad.
En la escuela recibe la educación formal con la enseñanza de los conocimientos de la ciencia y la cultura en un ambiente más amplio y menos personalizado.
En el medio social el individuo aprende a vivir en comunidad y en ese ambiente va adquiriendo experiencia de vida compartida con los demás miembros de la sociedad y, a su vez, va modelando su comportamiento.
En el hogar la responsabilidad de la educación es de los padres, en la escuela es del Estado, a través de las instituciones y de las personas habilitadas para la enseñanza, y en el ambiente social la responsabilidad es de la propia persona que debe conocer, aceptar y respetar los códigos de convivencia, las normas y costumbres de la sociedad.
La Constitución Nacional establece que la enseñanza primaria es obligatoria y gratuita; por lo tanto el Estado debe proveer los medios y los recursos para que toda la población del país pueda acceder a la educación primaria.
Asimismo el Estado debe alentar y facilitar el estudio en niveles superiores para todos aquellos que deseen la enseñanza secundaria y terciaria. Se deben crear institutos y centros de enseñanza para promocionar el estudio en todos los campos de las ciencias que estén al servicio del hombre. El Estado debe velar permanentemente para que la enseñanza, en todos los estadios, tenga el nivel de calidad deseado y que responda a los intereses del país.
El currículo escolar se debe diseñar en función de las necesidades del país y de la población y deberá ser ajustado de acuerdo a la situación de cada grupo social para que la enseñanza sea más eficiente y se convierta en una herramienta motivadora de superación cultural y de transformación de la sociedad.
El Paraguay presenta serias deficiencias en varios aspectos de la educación formal de su población; muchas personas provienen de hogares de insuficiente nivel de desarrollo social que no reúnen los componentes básicos para generar las condiciones necesarias de una buena educación. Los padres que no reúnen condiciones aceptables de educación tienen limitadas posibilidades para orientar a sus hijos en el campo de la enseñanza de conocimientos y cultura general. La educación formal que se imparte en las escuelas y colegios difícilmente subsana el déficit producido en la primera infancia y este hecho tiene repercusión en la educación integral del individuo.
Es importante que se trabaje en el campo social para fortalecer los programas de enseñanza en todos los niveles de la educación, principalmente en el área rural donde las falencias son mayores debido a que la población infantil y los adolescentes tienen menor desarrollo intelectual a causa de las precarias condiciones socioeconómicas de sus comunidades.
El índice de analfabetismo del Paraguay es alto e incluye un importante número de analfabetos funcionales, la deserción escolar también registra un alto índice, principalmente en el campo. Esta situación nos indica que son insuficientes los medios con que cuenta el Estado en el campo de la educación. Es indispensable realizar importantes inversiones para mejorar los locales escolares con instalaciones viejas y deficientes; habrá que aumentar el número de escuelas, equiparlas correctamente, capacitar adecuadamente a los docentes, organizar bibliotecas y proveer materiales didácticos e insumos necesarios para un normal funcionamiento de escuelas y colegios.
El nivel general de la educación pública es deficiente y los recursos y las condiciones para desarrollarla son precarios. Existen escuelas en malas condiciones en el aspecto edilicio y de equipamiento, docentes con paga insuficiente y un sin número de problemas que afectan directamente la calidad de la enseñanza.
Para mejorar esta situación habrá que destinar recursos suficientes y velar para que los mismos sean aplicados correctamente. Realizar una intensa campaña a nivel nacional para promover la importancia de la educación en el desarrollo del país y para impulsar los programas educativos en todo el territorio tendientes a mejorar la calidad de la enseñanza en los distintos niveles.
Es importante trabajar permanentemente por mejorar la calidad de la enseñanza, con la actualización del contenido de los programas, supervisando el desempeño de los diferentes centros educativos y el rendimiento de la población beneficiada. En el área rural se deberá construir más y mejores escuelas, potenciar el plantel de educadores y trabajar en el campo social para facilitar el acceso de los niños a las escuelas y terminar así con la deserción escolar.
El Estado deberá priorizar los recursos necesarios para la educación dentro del presupuesto general de gastos para ir revirtiendo gradualmente el déficit actual y sus serias consecuencias.
No se debe comerciar con la educación, debemos evitar la enseñanza mediocre y sin objetivos; habrá que apuntar constantemente a la excelencia y asegurar las condiciones para alcanzar un mejor nivel de eficiencia y calidad en el campo de la cultura.
Las instituciones educativas deben constituirse en centros de promoción de la cultura y crear espacios donde la niñez y la juventud puedan forjar una personalidad valiosa y protagonizar una participación activa en el desarrollo de sus comunidades sin exclusiones de ningún tipo.
Mientras tengamos escuelas en condiciones precarias, sin muebles, sin materiales didácticos, maestros sin paga o con sueldos de hambre, clases funcionando bajo árboles y limitaciones de todo tipo para que la docencia sea efectiva, nada cambiará, el país seguirá en el subdesarrollo y con todos los problemas que ello implica.
La educación deberá manejarse al margen de las actividades políticas partidarias y en función, únicamente, de los altos intereses del país y de la sociedad.
El Paraguay vive todavía con muchas prácticas de autoritarismo en la administración pública y en el manejo de los programas de gobierno, éstas dificultan la vida democrática y la consolidación de un sistema de convivencia pacífica y responsable de la población.
El progreso económico, el desarrollo cultural, la paz social y el bienestar general del país solamente se lograrán con mejor educación y, para ello, habrá que trabajar con un alto sentido de patriotismo y honestidad, valores que en amplios círculos de la sociedad, vinculados al poder político, han venido en paulatino deterioro.

LA SALUD PÚBLICA
La Salud Pública en nuestro país es un tema que a diario origina comentarios y con razón en los distintos medios de información, en los que se señala, principalmente, la situación altamente deficitaria en que se encuentra la misma, caracterizada por la creciente demanda de mejor atención y el esfuerzo de muchos profesionales de la salud por lograr un nivel aceptable en el cuidado de la salud de la población. La situación de precariedad de las condiciones sanitarias y de salubridad en el Paraguay data de mucho tiempo atrás. Todos los gobiernos colorados han prometido tomar las medidas necesarias para darle solución al problema, pero todo queda solamente en promesas en tanto que la salud del pueblo se agrava cada vez más.
En los programas de gobierno, la salud es considerada como objetivo primordial, pero, sin embargo, eso no se refleja en los recursos que le asigna el Presupuesto General de Gastos de la Nación que son insuficientes para cumplir, aunque fuera modestamente, con los trabajos de prevención y combate de enfermedades, epidemias, accidentes de nuestra población que se muestra muy vulnerable por las precarias condiciones de vida.
Los errores cometidos por las autoridades competentes, responsables directas del atraso en que se encuentra el cuidado de la salud en el Paraguay, los estamos pagando día a día con pérdidas de vidas humanas.
Se reclama permanentemente mayor presupuesto para mejorar las condiciones en que se encuentran las instituciones dedicadas a la atención de la salud y asegurar una cobertura eficiente a toda la población del país, principalmente en las áreas rurales donde la carencia de medios se siente en mayor grado. Se trata de justificar las falencias señalando la falta de medios, pero no se ataca las prácticas deshonestas que restan
recursos para los hospitales, clínicas, puestos de salud, farmacias, laboratorios, centros de rehabilitación y para solventar campañas de educación, campañas sanitarias de prevención de enfermedades epidémicas y todo tipo de actividades relacionadas a la Salud Pública.
Hay otra realidad que guarda estrecha relación con el tema de la salud, y que en un país como el Paraguay no se justifica; gran parte de la población no dispone de agua potable.
No existen instalaciones para el tratamiento de aguas servidas en los centros urbanos y en las zonas rurales las condiciones sanitarias son casi nulas. Por otra parte, la contaminación de casi todos los ríos, arroyos y reservorios de agua de los que se sirve mucha gente para el consumo diario va en aumento por falta de medidas de protección así como de su control por parte de las autoridades sanitarias.
Esta situación torna más difícil la erradicación de enfermedades y contribuye a tener un bajo nivel de salud de la población en todo el país.
Se construyen grandes hospitales, pero, no se los equipa correctamente. Normalmente estas grandes obras son objetos de sobrefacturaciones que causan enormes perjuicios al Estado y benefician a unos pocos inescrupulosos.
Se retacea la provisión de insumos y se roba en la compra de medicamentos y drogas.
Existen estructuras mafiosas y prácticas delictivas en los negocios y en toda la cadena de compras y aprovisionamiento para hospitales y centros de salud y si a esto agregamos una nefasta injerencia política en las actividades de las instituciones y gremios de los trabajadores de la salud el resultado es altamente negativo.
El Hospital de Clínicas, hospital escuela, dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción, enfrenta enormes dificultades para cumplir modestamente con su cometido; cuenta con un edificio antiguo y en precarias condiciones de conservación, infraestructura deficiente, instalaciones carentes de adecuado mantenimiento, falta de medicamentos e insumos y, permanentemente, es rebasada en su capacidad de atención por la limitación de recursos de todo tipo frente a una demanda cada vez más creciente.
Los hospitales nacionales, muchos de ellos con edificios nuevos y modernos, tampoco cuentan con suficientes medios y en poco tiempo las modernas instalaciones se deterioran y no mantienen un nivel de eficiencia aceptable de acuerdo a los actuales estándares sanitarios.
Los puestos de salud son normalmente limitados en instalaciones y recursos y en ciertos casos no cuentan con personal competente. Existen otras falencias y debilidades en el sistema de salud en el Paraguay pero la mayoría de ellas se debe a que los recursos asignados en el presupuesto al rubro salud son a todas luces, insuficientes.
El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social tiene un gran poder político y el Partido Colorado todavía mantiene en él una gran influencia, principalmente, en su administración; se priorizan los intereses partidarios, se utilizan sus recursos para campañas proselitistas y se hacen negocios con personajes del entorno político de las autoridades de turno.
Con esta pesada carga, de manejo político partidario, se desatiende en muchos aspectos la salud del pueblo que atraviesa enormes dificultades y se constituye en permanente preocupación.
Así vemos a diario reclamos de todo tipo: hospitales desabastecidos de insumos y medicamentos, enfermos que no encuentran adecuada atención, falta de camas para internación, falta de equipamientos modernos para tratamientos específicos, recursos humanos no especializados en ciertos campos de la medicina moderna, bajos salarios que afectan al buen desempeño de los trabajadores de la salud pública, unidades sanitarias en malas condiciones, falta de movilidad suficiente para casos de urgencia y carencia general de recursos para mantener un nivel aceptable de limpieza y seguridad en los centros sanitarios. Hay que destacar que muchas instituciones cuentan con equipos costosos para ciertos tratamientos especializados y modernas ambulancias, gracias a la caridad de países solidarios que con sus donativos contribuyen a paliar las necesidades de nuestro pueblo.
Es penoso ver en los hospitales una gran cantidad de personas que acuden a diario para atención médica, que aguardan turno, o acompañan a sus enfermos llenando los pasillos, salas de espera y otros recintos sin las mínimas condiciones de comodidad. En estos lugares es donde notamos el bajo nivel de vida de gran parte de nuestra población como prueba patente de nuestra condición de país tercermundista con alto grado de corrupción.
Una situación muy distinta presenta la medicina privada que cuenta con clínicas, hospitales y sanatorios donde prestan un servicio de mejor nivel, pero, a un costo prohibitivo para la mayor parte de la gente y está disponible solamente en los principales centros urbanos.
Para mejorar el nivel general de la salud en el Paraguay habrá que replantear todo el sistema de prevención con importantes campañas de educación orientadas hacia el campo de la salud, trabajar intensamente en buscar las soluciones a los problemas que inciden negativamente en el campo de la salud pública, pero, por sobre todas las cosas, se le deberá asignar mayores recursos y administrarlos con total honestidad y un alto sentido patriótico y solidario. Actuando de esa manera podemos alentar esperanzas de curar a nuestro país de uno de sus peores males, la crítica situación de la salud pública rayana a la calamidad.

LA SEGURIDAD
El bienestar de una sociedad no depende solamente de la prosperidad económica ni del progreso material de la misma, tampoco se mide, simplemente, por los índices indicadores del adelanto tecnológico y modernidad en las condiciones de vida ni por el grado de satisfacción de las necesidades de una parte de sus miembros.
Es indispensable que por sobre todas esas condiciones importantes, que contribuyen a elevar la calidad de vida de un país y a proporcionar bienestar a su población, se tenga principalmente seguridad. A su vez, la seguridad en un país no se garantiza, exclusivamente, con la existencia de las instituciones encargadas del mantenimiento del orden y la prevención de ilícitos y el control y contención de manifestaciones individuales o grupales que atenten contra la paz interna y la tranquilidad.
Las leyes relacionadas a la seguridad son positivas cuando los organismos destinados a hacerlas cumplir funcionan, son eficientes y gozan de la confianza del público.
Es muy importante que en todos los campos de actividades el hombre se sienta protegido para que sea posible vivir con seguridad, y toda la sociedad cuente con las condiciones necesarias para trabajar con libertad y forjar un verdadero destino de progreso económico, social y cultural. Si nuestras autoridades desean que capitales foráneos se radiquen en el país para destinarlos a la producción y creen fuentes genuinas de trabajo se debe ofrecer seguridad y protección a la inversión. Esta misma seguridad la deben tener, desde luego, los empresarios nacionales para que los beneficios obtenidos de sus actividades comerciales o industriales sean nuevamente invertidos en el país evitando la fuga de capitales al exterior.
Se debe alentar la inversión que genera riquezas y fuentes de trabajo con incentivos y facilidades, dándole a los inversionistas, principalmente, la seguridad de que sus inversiones estarán protegidas y gozarán de los beneficios que las leyes les permiten. La seguridad que debe tener el inversionista, sea nacional o extranjero, deberá reflejarse en el aspecto empresarial; estar amparada por las instituciones públicas, las legislaciones pertinentes a la actividad que desarrolla el inversionista o el ciudadano común dentro del marco legal que garantiza el trabajo, el comercio, la producción y los servicios.
La justicia deberá actuar correctamente y generar confianza por medio de la aplicación de sanciones y castigos ejemplares; debe ser respetada la libertad de las personas, deberán funcionar los organismos que custodian el orden y la tranquilidad ciudadana.
El ciudadano común debe contar con la garantía de todas las autoridades de que sus derechos serán respetados, debe gozar de plena libertad y participar con responsabilidad y sin restricciones en su ámbito social. El niño, el estudiante, el profesional, el trabajador, el ama de casa y la población en general necesitan llevar una vida normal, tranquila y segura para que la paz sea fructífera y duradera.
Todos debemos trabajar unidos en la tarea común de construir un país ordenado, pacífico y respetuoso de las leyes con una sociedad solidaria y responsable empeñada permanentemente en la búsqueda del bien común.
En esta cruzada debemos contar con el decidido apoyo de las autoridades nacionales al frente de políticas bien diseñadas y ejecutadas, y así trabajemos en todos los ámbitos donde existen irregularidades, arbitrariedades, impunidad, corrupción y otros hechos delictivos causantes de intranquilidad, desorden, injusticia y pobreza que, a su vez son factores generadores de inseguridad.
El contrabando, el narcotráfico, la piratería, la evasión de impuestos, el robo al Estado, las represiones, el avasallamiento de la justicia, la restricción de las libertades públicas y privadas y un sin fin de situaciones ilícitas, que van en aumento ante la inacción de las autoridades competentes y la complicidad de políticos oportunistas e inescrupulosos que avalan esas prácticas deshonestas, van haciendo que la sociedad ya no se sorprenda y las acepte con cierta resignación porque se siente impotente en combatirlas.
De esta forma se van creando condiciones que fomentan un comportamiento de indiferencia de la ciudadanía ante esos males que dificultan la consolidación de un sistema de vida normal en nuestro país. La impunidad reinante en el Paraguay para con los corruptos, ladrones y sinvergüenzas es el ingrediente más eficaz para la proliferación de la marginalidad y delitos de todo tipo y, en consecuencia, la inseguridad va tomando ribetes alarmantes en nuestros días con hechos sorprendentes y repudiables desde todo punto de vista.
La población es sacudida casi a diario con noticias de robos y asaltos a comercios, bancos, viviendas, instituciones públicas, a personas en las calles y en los medios de transporte, también robos a escuelas y hasta a iglesias.
Los secuestros que se suceden con mucha frecuencia en los últimos años con técnicas cada vez más perfeccionadas, con apoyo y asesoramiento desde el exterior, y en varios casos con desenlaces fatales van sembrando el miedo y creando una psicosis colectiva que en nada ayuda a dar una imagen de tranquilidad y seguridad del país.
Existen casos menores, pero no por ello menos importantes, como los robos de vehículos, los asaltos y robos en la vía pública, practicados por los llamados caballos locos, los peajeros, las somnileras. Se viven a diario casos de violaciones y abuso sexual de menores, falsificación de dinero y de tarjetas de crédito, robo de chequeras y utilización de lo robado para estafas en comercios o a incautos y desprevenidos.
En la capital y algunas ciudades del interior se forman pandillas de jóvenes delincuentes que actúan permanentemente en determinadas áreas, tornándolas zonas peligrosas, principalmente, en horas de la noche, y que asaltan a personas desprevenidas e indefensas extrañas al lugar. Muchos de ellos son ex convictos o personas que escaparon de las cárceles o prófugos de la justicia que como único medio de vida continúan delinquiendo y apoyando a los jefes de la mafia que manejan robos de coches, asaltos y otras actividades delictivas que les generan ingresos desde sus lugares de reclusión en las penitenciarías del país.
El lavado del dinero, proveniente del narcotráfico y del comercio de triangulación de armas y materiales prohibidos, genera tantos recursos que fácilmente pueden crear una importante red clandestina de operaciones al margen de la ley con terribles consecuencias para la seguridad del país.
En el campo la situación se va poniendo cada día más complicada con la proliferación de invasiones de propiedades privadas que crean verdaderas zonas liberadas dentro del territorio nacional.
La expansión del cultivo de marihuana, el robo de ganado, la deforestación irracional de los bosques y el contrabando de ganado en pie y de rollos de madera son actividades que se realizan al margen de la ley y por dicho motivo también favorecen a la inseguridad en muchos puntos de la geografía nacional sobre todo en las zonas fronterizas donde la acción de las fuerzas policiales y el control de las autoridades se ven ampliamente superadas por los bandidos, traficantes y contrabandistas que siembran el terror en la población rural.
El ingreso de personas desde el exterior se realiza sin mucha fiscalización y las actividades que ellas desarrollan en el país no son bien conocidas por la falta de control y en algunos casos por complicidad de ciertas autoridades. A esto se suma la expedición irregular de documentos a extranjeros conformando una población importante de personas que viven en zonas grises de nuestra sociedad y que también constituye un factor más de irregularidad e inseguridad.
Nuestras fronteras no están bien custodiadas. En el interior del país existen enormes falencias en la vigilancia del orden y en la prevención de ilícitos y en los centros urbanos donde la población es más heterogénea y numerosa las redes de mafiosos y delincuentes operan con mejor organización y medios superando la acción policial destinada a reprimirlas.
Por sobre todas las cosas la impunidad reinante en el campo delictivo, en las actividades ilegales y en el mundo de la corrupción, como consecuencia de una justicia inoperante, lenta, incapaz y sometida al poder político, es la mayor responsable del estado de indefensión en que se encuentra la sociedad paraguaya.
El rol de las Fuerzas Armadas, de proteger nuestras fronteras, no se cumple con el rigor que debiera tener, más aún en esta época de globalización y facilidades de intercambio regional. Dentro del país los organismos responsables de preservar el orden y la seguridad de la población son insuficientes e ineficientes. El resultado de todo ello nos lleva a esta situación que se torna cada día más difícil y peligrosa y si el Gobierno Nacional no da respuesta a estos males, que se están volviendo crónicos, entonces no cumple a cabalidad con lo que manda la Constitución y, por lo tanto, está en una grave falta con la sociedad.
El Gobierno debe apelar a todos los recursos para resolver el problema de la inseguridad en el país. A través de una campaña nacional, constante, persistente, seria y tenaz se debe luchar en todos los campos y con todos los medios si queremos acabar con el contrabando, los robos al Estado, los asaltos, los secuestros, los crímenes, la invasión de propiedades privadas, la deforestación criminal de los bosques, el tráfico de drogas, el cultivo de marihuana y la impunidad para los mal vivientes, marginales, ladrones, corruptos y criminales de toda laya.
Si los tres Poderes del Estado, cada uno en su ámbito de atribuciones y responsabilidades, no intentan, realmente, trabajar con toda la fuerza y seriedad en el tema de la seguridad, el país podrá llegar a situaciones límites de terribles consecuencias y de impredecible futuro.

 

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