POR ORDEN SUPERIOR
(TESTIMONIOS DE MUJERES VÍCTIMAS
DE LA DICTADURA EN PARAGUAY 1954-1989)
Prólogo: ESTHER PRIETO
Dirección Editorial: VIDALIA SÁNCHEZ
Editorial Servilibro,
Telefax: (595 21) 444770
Asunción-Paraguay, noviembre 2007
(CUARTA EDICIÓN)
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Los amores truncos. La soledad. Todos nuestros muertos.
El silencio infinito. La lágrima no dicha y aquel llanto.
El despertar de la conciencia de los otros. El dolor que une para siempre. ¿El perdón?
¿Y las que se quedaron no solamente sin pan sino sin sus hermanos, madres, hijos, maridos, compañeros? ¿Puede imaginarse cuánto duran las noches? No podrán creer que hay mañanas en que las almohadas amanecen, como ellas, completamente mojadas, todavía…
Existen hechos que no podemos olvidar, pero sí reivindicar, tal vez, desde la justicia y la libertad
-. ELBA BENÍTEZ FELIU DE GOIBURÚ : Militante del Movimiento Popular Colorado (MOPOCO). Vivió en el exilio desde 1959. Volvió después del golpe. Esposa del Dr. Agustín Goiburú, detenido-desaparecido desde 1977.
-. GILDA CAREAGA : Militante de la Central Obrera del Partido Demócrata Cristiano. Detenida en el Departamento de Investigaciones en dos oportunidades.
-. BASÍLICA ESPÍNOLA : Detenida en 1976 por haber pertenecido a la ORGANIZACIÓN POLÍTICA MILITAR (OPM). Exiliada en el Brasil. Actualmente trabaja con los niños de la calle en CALLE ESCUELA.
-. BLANCA FLORENTÍN : Integrante del MOPOCO. Detenida en 1972, acusada de tener un mapa de la residencia de Sabino Augusto Montanaro.
-. MARI-CRUZ MÉNDEZ VALL : Nacida en 1955. Exiliada desde 1955. Fundadora de la JUVENTUD DE LA ANRER (Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia). Pudo regresar después de la caída de la dictadura.
-. BLANCA OLIVETTI : Detenida en 1976 por haber trabajado con el Movimiento Independiente. Acusada de “subversiva-comunista”. Actualmente trabaja en el Servicio de Cooperación Suiza HELVETAS.
-. ADALITA DEL PUERTO DE SCHAERER : Formó parte del Movimiento 14 de Mayo: Exiliada en Buenos Aires en tres oportunidades. Militante del Partido Liberal Radical Auténtico. Diputada por este partido.
-. REGINA VIUDA DE RODAS : Esposa de Blas Rodas, dirigente campesino asesinado por la represión. Coordinadora de la Comisión de Familiares de Detenidos-Desaparecidos y Asesinados. Detenida y acusada de comunista en 1988.
-. RAQUEL ROJAS : Feminista. Periodista. Directora de teatro. Detenida en 1983, acusada de subversiva.
-. MERCEDES DE SOLER : Esposa de Miguel Ángel Soler, militante del Partido Comunista, detenido-desaparecido. Exiliada en Buenos Aires por 31 años.
-. WALDINA SOTO : Detenida en 1976. Acusada de “subversiva, criminal, comunista”. Actualmente es Psicóloga y trabaja en terapia grupal.
-. PERLA YORE : Detenida en 1981, acusada de “marxista-leninista-maoísta”. Recuperó la libertad después de 33 días de huelga de hambre. Es Psicóloga Laboral y militante del Partido Revolucionario Febrerista.
-. GLORIA RUBÍN : Esposa de Humberto Rubín, propietarios de Radio Ñandutí.
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PRÓLOGO
"Por orden superior entramos, y salimos por orden superior", dicen varias de las entrevistadas. "Por orden superior ocurrieron tantas cosas, cuando ya estábamos por sindicalizarnos eso se prohibió por orden superior". "Se decretó mi libertad por orden superior", dice otra.
Estas doce mujeres, inicialmente 15, pasaron horas de dolor, de amargos recuerdos con su entrevistadora, Olga Caballero, rememorando los horrorosos momentos vividos durante la dicta dura stronista. Estas mismas lágrimas eran revertidas por Olga en nuestras horas de lectura de estos testimonios, que se sitúan en la década de los años 60 y 70.
Quince fueron las entrevistadas, dos de ellas desistieron posteriormente, y respetamos su decisión. Una de ellas pidió aparecer como anónima, y no pudimos complacerla. Lamentamos, porque su testimonio es de mucho valor, y perdimos su contribución, pero también respetamos su decisión con franca comprensión.
Hay aspectos notables en estos testimonios, en la linealidad de la narración entre una entrevista y otra. Me llama la atención la articulación que aparece, por ejemplo, entre lo que relata Blanca Florentín, cuya prisión se relaciona con la de su hermano, y a su vez la suya con la de Miguel Ángel Gauto y con la que nos comenta Elba de Goiburú, sobre la valiente escapada de su marido, Agustín Goiburú, de la Comisaría 7a. La Policía fue fabricando meticulosa-mente las justificaciones de las detenciones para la legitimación de la represión.
Las entrevistadas, varias de ellas madres al tiempo de sus persecuciones, irradian su fuerza y su entrega en la formación moral e intelectual de sus hijos, durante sus prisiones, o durante la ausencia de su marido preso o perseguido; la solidaridad y la capacidad de la mujer paraguaya, muchas veces invocada en el curso de nuestra historia, quedan selladas en estos testimonios como parte de una nueva memoria.
LA ANGUSTIA DEL EXILIO
La angustia del exilio pintada por Adalita Del Puerto de Schaerer y por Mary Cruz Méndez Vall, se mueve entre la profunda tristeza y los sueños, el candor juvenil, iluminados por la esperanza del retorno a la patria soñada. Ambas describen su experiencia en Buenos Aires como el transplante del Paraguay en las calles porteñas, el Paraguay allí y en manos de ellas, el Paraguay que había que mantener, perdurarlo entero, sobrevivir en el exilio como paraguayos, conservar la identidad a cualquier precio...
"Es que era sorprendente la cantidad de paraguayos en el exilio. Con las ganas de trabajar por el país y por la libertad, que nos permitía reunir gente, lo hacíamos en el San Lorenzo de Almagro, reuníamos mucha gente exiliada, ansiosa de volver a la patria", dice Adalita.
"Al desaparecer la opresión, yo me dí el lujo de llorar. Todo el dolor que habíamos guardado en el exilio y que tratábamos de negar para no ser desintegrados lo expresamos en ese momento. Lo expresé yo...", dice Mary Cruz Méndez Vall.
LA TORTURA. LOS TORTURADORES
Los horrores de la tortura aparecen en la mayoría de los testimonios. Un tema largamente cuestionado en el área del análisis de los derechos humanos, es aquel de si existen violaciones específicas con relación a las mujeres. Los testimonios dicen que sí. Sí, indudablemente, aparte de los golpes practicados sin distinción de género, las entrevistadas, si bien no lo dicen específicamente, denotan el temor al abuso y a la violación, y sí al menos tres de ellas comparten, aunque con nostálgica indignación las aproximaciones con ciertos dejos de peligrosa seducción de algunos de sus guardianes; lo que hace sentir a las mujeres con mucho más desamparo y vulnerabilidad ante sus guardias masculinos.
Al mismo tiempo, la condición femenina, según ellas, queda radiada por el grado de subestimación en que sus torturadores las releven, ese estado en que se olvida ser mujer y ser persona, para ser reducida a nada.
"Perdimos la noción de nosotras mismas, que ni siquiera teníamos vergüenza y pensábamos que ni sexualmente podíamos llamar la atención al convertirnos en cosas", dice Blanca Olivetti.
En otro párrafo, comenta:
"Con las presas comunes nosotras no teníamos contacto, pero veíamos que eran llevadas a la pieza de los oficiales, lavaban la ropa de los mismos, abusaban sexualmente de las mujeres" (Olivetti).
"La pileteada es totalmente desnuda, pero yo no recuerdo cuándo me quitaron la ropa, en qué momento me quedé desnuda, no me di cuenta, hasta que uno de los torturadores me dijo 'cubrite"', dice Waldina Soto.
Las torturas fueron terribles, en los relatos se articulan las descripciones de las diferentes modalidades y una nítida tipificación de los instrumentos. Con ese sentido tan especial de observación, que es talento impostergable en la mujer, se describe en los relatos de varias de ellas con minuciosidad; la pileta: en qué consiste, su tamaño, su olor. Otras describen con precisión asombrosa los distintos garrotes con su estructura diferenciada y sus terminaciones, otras describen los golpes y las posiciones, y con frecuencia aparecen las observaciones sobre sesiones completas de tortura, el método más deshumanizado de amedrentamiento.
"Yo quedé tendida boca arriba entre las piernas de Lucilo Benítez, también los pies me habían atado, y Lucilo Benítez encima mío para manejarme" (Basílica Espínola, explicando una de las posiciones).
Los torturadores listados repetidamente son claramente identificados por estas valientes mujeres: Lucilo Benítez, Pastor Coronel, Cantero, Cristaldo Gómez y Camilo Sapriza son nombrados con frecuencia por todas, con el anhelo profundo de que nunca más esos hechos vuelvan a ocurrir y con el descreimiento de que pudieran existir seres de esa índole. Incluso, muchas de las entrevistadas testimonian no haberse imaginado nunca que hechos como los mencionados estaban ocurriendo en nuestro país, aunque sabían que había tortura, el descubrimiento de ese espécimen humano que es el torturador aparece como algo espantoso, al punto de ser descriptos como:
"animales que se excitaban con el olor a sangre, y olvidaban que lo que querían eran sacar informaciones".
La soledad en las celdas, otra terrible tortura, esa incomunicación total, es relatada por Waldina Soto con una simpleza, que por simple, comunica las más terribles de las soledades:
"En la comisaría estuve totalmente sola, solamente había una rata que venía todas las noches, y comencé a hablarle a la rata".
Una rata, ¿podemos imaginar hablar a una rata estando en liberad? ¡Sólo verla nos causa repulsión...!
Tres entrevistadas relatan articularmente los diferentes momentos en que pudieron ver a Mario Schaerer en Investigaciones. Mario Schaerer Prono, quien según la Policía fue encontrado muerto, fue visto torturado hasta el extremo en dependencias policiales. "Yo, por ejemplo, lo he visto a Mario Schaerer ya a punto de morir, cuando lo llevaron por última vez a la tortura". "Yo escuché cuando azotaban a Mario Schaerer, y creo que no le dieron tiempo ni de responder a las preguntas, porque si bien lo que querían eran datos, a veces los golpes se sucedían tan frecuentemente, al mismo tiempo que las preguntas, que era imposible responder", dice Blanca Olivetti en su testimonio.
La presencia de Mario Schaerer también fue constadada por Basílica Espínola, quien nos cuenta.
"Porque nosotros tuvimos muertos muertos, veintitrés entre muertos y desaparecidos hay en total en esa época... Uno de los casos fue de Mario Schaerer, quien murió de tortura".
ELLOS
"Ellos", dicen todas las entrevistadas al referirse a los policías, al sistema. "Ellos", aparece por momentos como algo incorpóreo, mítico, horroroso y a veces con realidad absoluta en los nombres de Pastor Coronel, Lucilo Benítez, Cantero, Cristaldo, Camilo Sapriza.
"Ellos" sabían perfectamente, me refiero a la dictadura, "ellos" sabían cuál era la envergadura de la organización, pero con eso "ellos aprovecharon para dar una lección muy dura a todos los que se oponían a la dictadura". "Ellos" se repite en todas las entrevistas. Ese "ellos" indica la división transversal existente en el Para-guay entre los que tienen el poder y los que no lo tienen, entre el opresor y los oprimidos. Ninguna de ellas se refiere como a los gobernantes, o las autoridades, los citan a "ellos".
EMBOSCADA
Emboscada, el vetusto edificio que se erige como un peñón en su árido sitio, haciéndonos recordar los antiguos albergues alemanes utilizados por Hitler, ese campo de concentración, donde los familiares llegaban entre los empellones del camino, el polvo, los pedregullos, y casi como algo heroico el paso de los guardias, y los controles, bajo el mando del notorio coronel Grau, aparece en las descripciones si bien con sentimientos contradictorios, como una de las prisiones que se identifica justamente como un lugar de encuentros y descubrimientos. Allí se vieron las caras los incomunicados, allí hubo nacimientos y casamientos silenciosos. En tácito entendimiento, los corazones de los detenidos, intactos fortalecidos por los látigos, vibraron con la fuerza incontenible del cariño afectuoso, del reencuentro, que aunque oprimido por los barrotes de las celdas, fluyó con una fuerza incontenible que se puede recoger en varios relatos:
"Llegamos todas las mujeres a esa fortaleza que es Emboscada. Llegamos todas las mujeres, y después llegaron los varones, yo recién allí le volví a ver a mi pareja que también estuvo preso en Investigaciones. En Emboscada fue muy dramático, porque habían esposas que no sabían qué había sucedido con su marido. Recuerdo el caso de las cuatro viudas de los cuatro hermanos López, de Misiones...".
La ausencia de los muertos, según Basílica Espínola: "Empañaba el reencuentro de muchísimas parejas y la tremenda alegría de saberse vivos".
"De Emboscada, la primera señal fue de desolación espantosa. Allí nos llevaron para darnos la impresión (que tuvimos) de ser enterrados y olvidados de por vida, porque eso sí que era como regresar a la época de los nazis. Todos nos sentimos en un campo de concentración, no solamente yo", dice Blanca Olivetti.
Más tarde, sin embargo, comenta en su testimonio su regreso del hospital después de dar a luz a su hijo:
"Fue todo tan emocionante... en Emboscada, tan lindo, el padre de mi hijo estaba allí".
A Gilda Careaga, Emboscada le sacó el sueño mucho tiempo: "Era diciembre de 1976, y esa Navidad estuvimos en Emboscada, había un árbol grande, muy añejo, creo que de curipikáy, y en el hueco de ese árbol se hizo un pesebre, pero cuando sonaron las campanadas anunciando las doce, un guardia llamó a toda la gente que estaba en las celdas, que eran muchas, y cuando vinieron, todos, nos impresionó la cantidad de presos políticos que estaban allí, gente de todas las edades, viejecitas y ancianitos presos políticos. Esa imagen fue terrible, a mí me sacó el sueño mucho tiempo”.
LA LUCHA ARMADA
La lucha armada como alternativa imperiosa de los más nobles sentimientos libertarios es mencionada en dos testimonios y en uno de las que pidió permanecer como anónimo.
Adalita Del Puerto de Schaerer nos seduce con su aporte:
"Yo era una veinteañera, pero nuestro civismo, el de todos, era extraordinario. Unidos por un profundo ideal libertario nos jugábamos seriamente la vida y la integridad. Eso fue en 1959 y nosotros nos arriesgábamos por todos los sufridos paraguayos, torturados y maltratados por este régimen estronista que humilló y despojó al pueblo para-guayo".
Basílica, tan valiente, como lo es, opina:
"Como todo movimiento político, nosotros en la OPM queríamos el poder para transformar la sociedad y esa no es una razón para matar de una manera tan terrible a un grupo que piensa diferente, pero ahora, el 3 de febrero, también el Gral. Rodríguez se levantó por las armas y ¡cómo cambió el discurso!".
LOS DESAPARECIDOS
El registro del sufrimiento incomparable de los casos de desaparición, es conmovedor, ya que no sólo se recibe el impacto de la ausencia, sino ese peregrinar por las distintas prisiones hasta llegar a la amarga aceptación de lo que es más difícil en esta vida: la pérdida de la esperanza.
Regina Vda. de Rodas, Mercedes de Soler y Elba Benítez de Goiburú llegan hasta nosotros haciéndonos vivir desgarradoramente el tormento de esa verdad qué no fue esclarecida, de la muerte que es la realidad más patente en contradicción a la vida, y que al mismo tiempo no ha sido constatada...
"Yo solamente preguntaba ¿dónde está? Todo lo que quería saber era dónde estaba, yo no estaba pidiendo ni la libertad. Yo quería asistirlo si estaba vivo, y quería enterrarlo si estaba muerto...", dice Elin, refiriéndose a su marido, Agustín Goiburú.
"Yo no asumí su muerte sino después del informe de Amnistía International. Nunca perdía la esperanza de que estuviera vivo...", dice Mercedes Soler al nombrar a Miguel Ángel Soler, quien se hizo miembro del Partido Comunista en 1955. Por comunista, detenido y muerto, y en el mismo día en que estoy escribiendo este prólogo escucho en la radio que el Muro de Berlín se está derribando... Cuánto sufrimiento y cuántos muertos por comunistas, ¿y ahora? Elba de Goiburú nos dibuja en otras palabras sus vicisitudes, diciéndonos que:
"El drama del detenido-desaparecido es el peor de los dramas. Es el más traumatizante. He perdido al compañero - dice Elin-, ese dolor me ha producido paralización total, sola, sin saber qué camino tomar y qué decir a los hijos. Es un dolor tan grande que se convierte en una amputación, una ya no es un ser humano completo, y hoy, con los años puedo decir que al no tener noticias del ser querido que fue llevado por ellos, por las fuerzas policiales, por la fuerza ciega, la impotencia se apodera de una, una comienza a recorrer los lugares de detención, y todo es un martirio...". Regina, la incansable dirigente de la Comisión de Familiares de Desaparecidos y Asesinados, nos corona estas angustias con sus serenas reflexiones:
"Nos propusimos unir nuestras fuerzas, y buscar a nuestros compañeros que estaban detenidos-desaparecidos" dice en uno de los momentos de su relato, y en otra cláusula elabora una elocuente síntesis:
"La ausencia de la verdad en los casos de las desapariciones crea una incertidumbre, es algo que existe, pero no está, en un muerto pero no tiene tumba, es alguien pero que no es. Son crueldades que se las han fabricado concienzudamente".
LA HUELGA DE HAMBRE
"La huelga de hambre no es fácil... A cada minuto estás pensando cuánto tiempo vas a poder resistir". Seguidamente Perla nos registra en detalle los distintos momentos en el proceso de reacciones y el control del cuerpo. Nunca en ningún otro relato he leído con tanta precisión y minuciosidad las etapas de la huelga de hambre, que ha constituido el factor de protesta más eficaz durante los años de la dictadura.
"El Ministro de Justicia y Trabajo, Saúl González, me llamó por teléfono, ofreciéndome liberarme si levantaba la huelga de hambre...".
Así nos trae el recuerdo de que numerosos casos tuvieron como precedente para la libertad la huelga de hambre, acompañada muchas veces de las gestiones de las instituciones de Derechos Humanos, la Iglesia Católica y la Prensa, a nivel nacional; y de la solidaridad de los organismos internacionales a través de las gestiones especiales, como télex, embajadas, misiones al país. Así operó la dictadura, cediendo unas veces, manteniéndose inalterable en otras, como en el caso de Napoleón Ortigoza.
LA DEFENSA EN JUICIO
Hay un llamado de las mujeres a los profesionales del Derecho:
"Acá quiero recalcar algo que molesta de los profesionales del Derecho -dice Raquel Rojas-, es que ellos, al articular una defensa, tienden a sacarte de la prisión lo más rápido posible, eso puede darse en otro juicio que no sea político, pero yo quise decir la razón política de mi apresamiento, porque en el juicio yo reivindiqué la libertad de expresión y la verdad de aquello en lo que una cree aunque le cueste la cárcel".
Un mensaje parecido nos da Perla Yore:
"Una de las cosas que siempre cuestioné es el hecho que los abogados no nos informan en detalle de cómo es el proceso y cuáles son nuestras posibilidades de recuperar la libertad. Recién a los dos meses de estar detenida me entero de la gravedad de mi caso, de todo lo que se me acusa, y del tiempo que puedo estar en prisión. Esto me rebela, y decido ampliar el poder...".
El relacionamiento a que aspiraban las detenidas era, obviamente, algo que, sin dejar el profesionalismo, se exprese con más profundidad, y con miras tácticas que no entraran en contradicción con sus convicciones políticas, lo que enaltece enormemente el alcance del compromiso.
LA LUCHA SÍ, ¿Y EL PODER?
La participación de la mujer en el proceso de cambio queda bien patente en estos apuntes sobre la opresión, todas las entrevistadas ponen en evidencia su presencia activa y creativa en la lucha. Ninguna de ellas, no obstante, revela angustia por el poder. Se dan, se entregan, sin pedir poder en sus filas.
Hoy que estamos ante la perspectiva de la construcción del orden democrático, y que observamos la misma tendencia de los viejos tiempos, en el molde del reconocimiento del trabajo de la mujer, pero no en la relevancia de su aporte en las decisiones y la conducción del poder, cabe plantearnos algunas cuestiones: ¿Dónde está esa frontera que las mujeres no podemos romper? Aunque me cuesta admitirlo, según la lectura de este precioso conjunto de testimonios, la mayoría de las entrevistadas se pronuncian como militantes activas, creativas, responsables, valientes, pero con un sentido marcado de abnegación casi maternal hacia la patria, consustanciadas con la valoración más altruista del valor del pueblo. No se vislumbra en ninguna de ellas la manifiesta motivación de poder, ni se percibe en ellas ningún conflicto ni resentimiento en relación a este tema, en el interior de sus grupos. ¿Es que en la entrega a la lucha la mujer minimiza la importancia del poder? Sabemos que los hombres luchan generalmente por ambas cosas juntas: los ideales junto con el poder. Elba de Goiburú confronta esta cuestión:
"Como mujer pude comprobar que nuestras compatriotas, que tantas veces han acompañado con mucho coraje al hombre, también han tenido un papel protagónico en la lucha contra la tiranía, y si la mayoría de las veces no han estado al frente de las organizaciones no se debe a cobardía, porque ellas han defendido la causa de nuestro pueblo con mucha valentía".
Aquí también hay una pregunta: ¿por qué? No se debe a cobardía, obviamente es parte de una generosa opción. Y, sin embargo, si yo tuviera el don de repartir poderes, les entregaría con ojos cerrados a estas mismas mujeres, en la certidumbre total de que realizarán una administración, la más eficiente, del poder compartido, el que necesitamos tanto, para restablecer los tejidos, los hilos rotos, deshilvanados de nuestra sensible sociedad.
LA POSTERGACIÓN DE LA VIDA
"La dictadura a la gente de mi generación nos ha postergado 20 años de vida útil", dice Raquel Rojas. Junto a esta afirmación, el lector, lectora, de este hermoso material podrá ir descubriendo en los distintos relatos los amores rotos, los matrimonios quebrados, los desencuentros, frutos del brutal atropello a la integridad física y moral, así como la incomunicación de ideales, la intercepción de todo el lenguaje afectivo, que sufre una quiebra, sustituida simbólicamente con la exaltación del valor de la lucha y la solidaridad, que son los elementos que pudieron mantener la energía vital en ese tiempo, en que, como lo describe Mary Cruz Méndez Vall, se vivió
"sin poder compartir los dolores".
"Tuvo mi novio presiones familiares dice Blanca Florentín-y cuando salí mi noviazgo estaba roto".
La mayoría de los testimonios se refieren al ex-marido, al ex-novio, a la amputación producida por afecto al marido desaparecido. Y es toda esa vida rota, quebrada, interrumpida la que ahora estamos intentando recomponer, para poder retomar el control de nuestras vidas.
COMENTARIO FINAL
Estos testimonios nos abren un camino. Estos testimonios nos brindan un torrente de elementos de nuestras vidas, nos brin-dan la caricia del dolor que prodiga el don de la templanza, para que caminemos hacia esa sociedad que tanto anhelamos: con libertad y con justicia.
Adalita, Basílica, Blanca, Elba, Gilda, Mary Cruz, Mercedes, Perla, Raquel, Regina, Waldina: para vosotras estos comentarios alimentados con vuestras voces de esperanza por un Paraguay: "Nunca Más por Orden Superior".
ESTHER PRIETO
... PERO NO PODRÁN DETENER LA PRIMAVERA
GLORIA RUBÍN
Corrían los años ochenta, la dictadura de Alfredo Stroessner refinaba sus métodos de represión. Actuaba con soberbia y altanería, ante una población civil que intentaba organizarse con el apoyo de la Iglesia Católica. Y ante la sociedad internacional que le requería con insistencia la observancia de los derechos humanos.
Humberto y yo, propietarios de Radio Ñandutí, nos pusimos de acuerdo con Aldo Zuccolillo, director del Diario ABC Color, para denunciar los atropellos de que eran objeto de forma sistemática tanto líderes políticos como de organizaciones sociales, y desnudar a un régimen represor y corrupto, que alardeaba de una democracia sin comunismo.
El diario entrevistaba a opositores y nosotros en la radio no sólo hacíamos lo mismo, sino que abrimos los micrófonos para recibir los reclamos de los abusos, así como investigábamos los hechos de corrupción.
La publicidad de los hechos del gobierno, que alertaba a la mayoría de la población, temerosa e ignorante de tales avasallamientos, provocó una reacción que no se hizo esperar.
Primero sufrimos el temor de los anunciantes, los que comenzaron a retirar los avisos comerciales. Las grandes empresas, al anunciar en Radio Ñandutí eran de inmediato amenazadas con una intervención de lo que conocíamos con el nombre de "la conjunta", compuesta por inspectores del Ministerio de Hacienda, de Industria y Comercio y de la Aduana.
En una segunda etapa los pocos que osaban en seguir con los avisos comerciales, ante las presiones nos visitaban y nos decían: "Les vamos a pagar, pero no digan nuestros nombres".
Otros llamaban por teléfono a lugares neutrales, en la certeza de que el de la emisora estaba controlado, pedían que no se les llamara más.
Policías "custodiaban" las 24 horas del día el local, anotaban los números de las chapas de quienes llegaban, todos, actos de amedrentamiento, los que en algunas personas lograban el objetivo, pero para en la mayoría no.
Nuestros hijos, Luis de 20, y leo de 16 años, nos alentaban en nuestra misión de acusar los atropellos del régimen, pero ambos padecieron de úlcera estomacal, cuyas secuelas la sufren hasta hoy. Nuestro hijo Hugo tenía 8 años, y nos acompañaba también con sus malestares, pero sin manifestar queja alguna.
Pero lo más terrible fue lo de Palo, quien estaba en el cuartel, haciendo su servicio militar. La violencia de los militares lo soportaba todos los días. Malos tratos físicos, castigos exigiendo ejercicios bruscos, torturas sicológicas. Mariana iba todos los días frente a CIMEFOR, única manera que encontró para defenderse de la desesperada situación.
Y luego comenzaron las interferencias, por lo que creamos una nueva forma de comunicación, el lenguaje musical, con temas como "Gracias a la vida", de Violeta Parra. De Horacio Guaraní. Mercedes Sosa, todas las canciones e intérpretes del Nuevo Cancionero, como el emblemático "Despertar", de Maneco, "Mi Patria soñada", de Carlos Miguel Giménez, y otros temas de contenido social o de protesta. A pesar de ello, la gente seguía llamando a la radio.
Las interferencias en sus comienzos eran como casuales, de dos o tres veces al día, luego fueron sistemáticas, impidiendo la realización de toda programación normal.
Finalmente, prendieron su radio en la misma frecuencia y transmitían canciones de Navidad, como "Rodolfo el reno". Nos contaron el nombre del jefe de esta operación: Sabino Montanaro. El equipo funcionaba detrás del Parque Caballero. Era tanta la prepotencia y la soberbia que lo hacían sin ocultar nada, tanto es así que, en una ocasión, yo misma fui a esa estación transmisora, la que estaba funcionando con un técnico. Yo hubiera querido entrevistarme con este Montanaro.
En el paroxismo del hostigamiento, el 29 de junio de 1986 los agentes del dictador se reunieron: funcionarios y empleados del Centro de Salud de Trinidad y de varias instituciones públicas, Ramón Bogarín Molinas, presidente de la Sección N° 3, Eugenio Jacquet, presidente de la Liga Anticomunista, Herminio y Antonio Roche, ahora en el IPS, y otros, en casa de Teiko Rivarola, entonces director administrativo del Ministerio de Justicia y Trabajo. Contrataron a la Bandita de San Lorenzo. Planificaron el ataque a las instalaciones de la Radio, así lo hicieron causando destrozos, pruebas de la arrogancia, prepotencia y de nuestra indefensión, aun ante un Poder judicial al que recurrimos tan sólo como un acto testimonial, en la certeza de que nuestros reclamos serían en vano.
Después de unos días asaltaron la planta y robaron el cristal, que es el cerebro de la transmisión. Como teníamos un duplicado, volvimos a estar en el aire. El operador seguía controlando todos los movimientos, sí, el mismo, el de nuestra propia emisora, rayaba discos que podían importunar la paz, como los de José Asunción Flores, él es Amado Vera Yegros, el mismo que sigue trabajando en Radio Nacional. Desarmados frente a él, le seguimos pagando el sueldo y todos los beneficios sociales, como el aguinaldo, a pesar de que la radio ya no estaba en el aire. Dentro de la misma radio teníamos empleados, como un locutor que grababa nuestras conversaciones privadas, y las ponía en altoparlantes. Pero no puedo dejar de destacar la fidelidad y solidaridad de los otros, los que nos acompaÑaron y nos alentaron.
Humberto iba preso dos veces a la semana, a veces hasta 48 horas. Ante tanta persecución tuvimos muchas ofertas para emigrar, pero en reunión con los hijos e hijas, y con el apoyo de ellos, decidimos continuar.
Tuvimos que vender vehículos, casas y terrenos. Es digno de resaltar que uno de los tenderos más fuertes del país dio el dinero y no quiso el terreno. Así como el respaldo de la población, que organizaba rifas: los artistas que actuaban en los festivales para recaudar fondos para los sueldos. Gestos fraternos como el de Guillermo Caballero Vargas, que pagó el aguinaldo de todos los empleados.
La solidaridad local nos sostenía, como la de Monseñor Rolón, por la Iglesia Católica, gestos maravillosos como los del padre Américo Ferreira, el padre José Antonio Rubio, José Zanardini y otras personas, quienes nos abrían puertas cuando otras se nos cerraban.
La solidaridad internacional, países como España, Suecia, instituciones como la National Endowment for Democray, nos prestaron respaldo económico y moral y hoy podemos decir: No han podido detener la primavera.
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“Yo ni me di cuenta que estaba desnuda
y a merced de ellos mi integridad física y mi vida”
“… me comenzaron a dar con el tejuruguái,
que es un látigo de cuero trenzado con unas bolas en la punta…
es una cosa terrible”
“… la mayoría de los casos no se van a tocar porque el miedo sigue.
Yo misma sigo con miedo.
En el momento de la tortura, no sólo se está totalmente impotente,
sino en manos de ellos está la vida…”
“Una mención aparte merece la tortura que significa
la incomunicación con el exterior…”
“tanto tiempo de convivencia y penurias juntas
nos posibilitó conocernos mejor,
establecer fuertes vínculos de amistad y solidaridad”
“El 5 de setiembre fue el traslado masivo
de todos los presos políticos del Paraguay
a ese campo de concentración llamado Emboscada”
“Estando adentro,
el temor a la violación no me dejó hasta el último minuto…”
“La falta de documentos fue otra forma de persecución…”
“No tenemos datos de cuántas personas
fueron desaparecidas y asesinadas…”
“La ausencia de la verdad en los casos de las desapariciones
crea una incertidumbre,
es algo que existe pero no está, es un muerto,
pero no tiene tumba, es alguien que es pero que no es…”
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